WASHINGTON.-Kamala Harris hace historia: primera vicepresidenta de Estados Unidos. La vida de Kamala Harris está llena de primeras veces, de esas que rompen el famoso techo de cristal que en algunos casos parece haberse vuelto acorazado, y si no que se lo digan a Hillary Clinton. A la edad de 40, Harris se convertía en fiscal de San Francisco, la primera mujer y la primera persona de raza no blanca que desempeñaba el cargo. En 2011, había subido tantos peldaños hacia ese techo, invisible pero real, que ya era fiscal general de California, donde de nuevo volvía a producirse una primera vez: mujer y negra.
Harris ganó el escaño al Senado en las elecciones tras las que Donald Trump llegó a la Casa Blanca. Desde este sábado 7 de noviembre, Trump pasará a formar parte de la lista de pasados presidentes y Harris sustituirá al hombre al que repetidas veces, durante el debate de campaña electoral entre los números dos, dijo tajante: “Señor vicepresidente, estoy hablando yo”. Mike Pence interrumpió entonces a Kamala Harris el doble de veces que ella a él, 10 contra cinco.
Desde este sábado, Kamala Harris será la voz, a veces suave, a veces litigante, a veces reivindicativa, de la vicepresidencia de Estados Unidos. A partir del 20 de enero, cuando Joe Biden jure su cargo en las escalinatas del Capitolio, se podrá oír sin interrupciones esa voz, que pertenece, por primera vez, a una mujer negra. De nuevo, primeras veces históricas
A Kamala Harris, 55 años, nacida en Oakland, California, no le gusta hablar de sí misma, lo que sin duda no es un buen dato para el cargo que va a desempeñar a partir de ahora. En las entrevistas que concedió, sobre todo cuando lanzó su campaña para la nominación demócrata, se lo confesó a los periodistas, que casi tenían que extraerle las palabras con fórceps. Es una cuestión de cuna, de educación.
En sus memorias, Harris escribe que fue educada “para no hablar de ella”, ya que sería considerada “narcisista y vanidosa”. Eso sí, “si no quieres que nadie te defina, es mejor que lo hagas tú misma”, le aconsejó su madre, que siempre estuvo a su lado hasta su muerte, en 2005, de un cáncer de colon.
Hija de Shyamala Gopalan, nacida en el sur de la India, y Donald Harris, originario de Jamaica, Harris creció en los círculos de la afamada universidad de Berkeley (California) donde el movimiento por los derechos civiles era la lucha del momento. Su activismo le viene de cuna, explica la ya exsenadora en su libro The Truths We Hold, mientras recuerda que debido a su baja estatura y su corta edad lo que veía en aquellas manifestaciones a las que sus padres la llevaban de niña era un paisaje de piernas.