El enigmático, discreto y amable Faustino Antonio Camazón, nacido en Valladolid en 1901, murió en Jaca en 1982 sin desvelar su crucial participación en la Segunda Guerra Mundial.
Fue el jefe del equipo español que colaboró con polacos y británicos para desentrañar Enigma, la máquina de mensajería nazi utilizada para las comunicaciones durante la contienda.
La desclasificación de archivos secretos franceses ha arrojado luz sobre el papel español en este episodio y el documental Equipo D Los códigos olvidados rescata ahora su historia.
La encriptación no es un sistema de la computación actual. El cifrado de mensajes tiene más de 2.000 años y ha sido clave, especialmente, en tiempos de guerra.
El nazismo sofisticó Enigma, una máquina patentada en el primer cuarto del pasado siglo para sustituir caracteres por otros según un código secreto. Y creyeron que era inviolable. Pero el equipo del polaco Marian Rejewski, que colaboró con el del británico Alan Turing (considerado el padre de la informática) y al que se unieron siete españoles exiliados tras la Guerra Civil, consiguió hackearla.
Camazón forma parte del eslabón entre la informática moderna, desarrollada a partir de códigos binarios, y la criptografía antigua, fundamentada en el lenguaje escrito.
La biblioteca particular de este excomisario de policía republicano, adquirida por casualidad a un comerciante de ejemplares usados por el profesor e historiador Guillermo Redondo, cuenta con 800 libros en 150 lenguas.
Sus conocimientos le llevan a los servicios de inteligencia de la Segunda República para descifrar mensajes durante la Guerra Civil. En ese momento empieza a conocer Enigma, ya que el régimen de Hitler le vendió a Franco unidades de esta máquina de mensajería cifrada.